Coco
Llegó hecho una bola de pelos sucio, hambriento y asustado al jardin de mi casa. Sus maullidos llamaron la atención de Hannah. "¿Se puedo quedar con nosotras?"
De ninguna manera se quedaría en casa, dije. Ya teníamos a Lulu, nuestra perra. Un animal extra, ni hablar.
Nunca había tenido un gato. No tenía la mejor impresión de esos peludos de ojos misteriosos.
Se quedaría en la terraza en forma temporal, lo llevaríamos al veterinario y luego lo regalaríamos. Estaba decidido. Ese era el trato.
El trato que nunca se cumplió. Coco tiene cinco años con nosotros y es nuestro bebé peludo.
Mi felino hablador es muy cariñoso, dócil y sobre todo sabe exigir con maullidos desenfrenados lo más importante para él: su comida.
Felices 5 años a mi hijo de las 7 vidas
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