Silencio
Este año una de las cosas que he aprendido a apreciar más es el silencio, la calma absoluta de ruidos externos.
Defino al silencio como el camino para entendernos y curar nuestro interior.
El placer sanador de nuestros sentidos:
Respirar silencio, saborear silencio, oler silencio, sentir silencio.
En la rapidez de nuestras rutinas, en las exigencias de lo cotidiano logramos abrumarnos hasta enfermarnos, escuchamos a todos menos a nosotros mismos. Inclusive nos sentimos incómodos al vernos parados frente al silencio de nuestras mentes. ¡Qué alejados de nuestra esencia estamos!
La calma que produce el silencio es alimento a nuestra mente con ingredientes más profundos que nuestros pensamientos.
Viajar a nuestro interior para abrazar al silencio es como los viajes para disfrutar de aire puro lejos de las ciudades más caóticas.
El silencio es reparador pero a veces nos enfrenta a lo que no queremos oír de nosotros mismos, a lo guardado en la caja de Pandora particular, y no todo el mundo está preparado para afrontar lo que el silencio rescata y vive rodeado de ruidos internos y periféricos. Quizás, aún los que no lo quieren, el silencio interno sabe como llegar a cada uno, tarde o temprano.
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