Vivir armando rompecabezas

Hannah: "Mamá: "¿Puedo abandonar el colegio y dedicarme profesionalmente a armar rompecabezas?"

En otras circunstancias me hubiera reído de la originalidad del chiste de mi hija. 

Pero no es una broma ni tampoco  un tema superfluo. La deserción escolar es un problema sumamente preocupante.  Segun el IPE (Instituto Peruano de Economía), 400 mil estudiantes peruanos han abandonado los colegios durante el  2020 producto de la pandemia.

Lei en un articulo en el portal de de noticias Salud con Lupa, que solo el 3% de las escuelas peruanas cuentan con un psicólogo.  La situación de la salud mental en los escolares adolescentes peruanos es alarmante y poco atendido. Estos adolescentes no deben ser comparados con otras generaciones, nuestros chicos han estado encerrados por dos años, muchos han perdido familia, han vivido en la incertidumbre, sin mayor contacto físico con sus pares y solo por las redes sociales, con modelos de aceptacion y belleza impuestos por filtros y una sociedad enferma.

Los chicos no solo presentan un nivel bajísimo en competencias de aprendizaje para sus grados si no que el miedo, el stress, la ansiedad, la depresión y otras condiciones psicológicas los desborda. Viven polarizados, frustrados, reprimidos e hiper sensibilizados. 

¿Quién les enseña a abordar sus emociones, a canalizar sus inseguridades y resolver sus conflictos entre pares? ¿Serán la escuela retrograda o los padres al pie del abismo del colapso?

A eso habría que  añadir los estigmas y los prejuicios de los padres de familia para aceptar que sus hijos necesitan consejería profesional, orientación, terapia o medicación. Ciertamente, el futuro de estos chicos no es nada alentador.

Cuando me pregunto qué pasará en 5, 10 o 15 años cuando estos adolescentes sean adultos y tomen control de sus vidas, sólo me ahoga una sensación de profunda desesperanza. ¿Qué se está haciendo para que esos 400 mil niños y adolescentes retornen a la educación?

Muchas veces en estos dos años de pandemia me cuestioné silenciosamente si Hannah debía seguir en la escuela. Una escuela sorda a las necesidades socio emocionales que nuestros hijos gritan. Intenté colocar en una balanza su propia estabilidad emocional y las cuestiones escolares tan alejadas de la realidad. Y si bien no hemos desertado (me incluyo porque en este tema de la educacion somos un equipo ella y yo)  hemos nadado intensamente contra la corriente y contra las exigencias insensibles de la educacion formal peruana. Donde los éxitos se miden en obediencia, en evaluaciones, y simulacros de admisión a las universidades.

Cuestionamos constantemente una propuesta educativa obsoleta donde la parte emocional y social de chicos adolescentes tan frágiles durante el encierro de la pandemia tiene un valor menor a cero. En casa hemos invertido mucho tiempo, y esfuerzo, hemos sacrificado otras actividades en los ultimos años  para que  Hannah se reconozca como el ser humano que es, sin ocultar sus condiciones y sus aptidudes. 

Necesitamos convertir a nuestros jóvenes en activistas del cambio de su propia generación,   hay mucho por hacer, por construir, y por unir. Necesitamos ser sensibles ante la rebeldia de nuestros hijos frente a una educacion que trabaja a espaldas del presente y al futuro del pais. 

¿Cuanta responsabilidad recae en nosotros los padres, en el Estado, en los maestros, y en los propios jóvenes?

Mientras tanto Hannah seguirá armando rompecabezas, pintando en óleo, creando joyas, tocando la guitarra, soñando con ser hippie como expresión de su disconformidad ante esta realidad con tintes de pesadilla.

  



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