Casas e historias

Viví en la misma casa por 30 años. Era una casa grande, de tres pisos con ambientes muy amplios, con un jardin que albergaba arboles frutales. Fue la primera propiedad de mi papá que con mucho esfuerzo logró construir antes de iniciar su familia.

Mis hermanos y yo teníamos nuestra propia habitación,  la mía estaba al lado de la de mis padres y recuerdo las transformaciones de ese cuarto. El color pastel de las paredes y los muebles pequeños en mi niñez, los posters de mis grupos de rock favoritos, el espejo de cuerpo entero, los libros, el escritorio, la radio, la máquina de escribir en mi adolescencia y juventud. 

Muchos de la clase media limeña de los años 80 tuvimos el privilegio de tener una casa similar.

En esa casa he pasado la mayor parte de mi vida. Era mi hogar, nuestro hogar. Disfruté de  reuniones familiares, almuerzos y desayunos de fines de semana, las fiestas juveniles, las reuniones de estudio en grupo, y como en toda familia, tambien hubo muchas riñas, fuertes discusiones y peleas fraternales. 

Han pasado 12 años desde que vendieron aquella casa familiar. Hoy ya no existe, como muchas casas en Lima se transformaron en edificios multi familiares.  

Mi padre, ahora con demencia senil,  recuerda con exactitud el nombre de la calle y el número de la casa. ¿Cuántas otras vivencias tendrá él en ese lugar al que llamamos hogar hace ya un tiempo atrás?

Mi casa llena de historias, de memorias, de anécdotas en familia, aun ahora, en las noches sueño que estoy en ella, que vivo en ella, mis sueños me transportan a cada espacio inalterable, puedo ver cada rincón nitidamente. La extraño.

Cuando veo casas como la de la foto, parece que vuelvo a ver los posters, los colores pastel y sobre todo a mi familia sonreir.






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